Dios necesitó siete días para concebir el agua y la tierra,
el día y la noche, animales y humanos. Una explicación suficiente, hasta que en
1859 Charles Darwin publicó su obra 'El origen de las especies'
Evolución del hombre
Darwin fue más allá de la biología de la evolución: cambió
por completo nuestra visión del mundo. La vida no fue creada por un Dios
organizador, sino por una “selección natural” no planificada. Se trata de un
asunto fundamental: ¿Nuestros antepasados eran simios, o provenimos de un
pedazo de arcilla?
Una cuestión polémica
La pregunta se debate desde la escuela. “La cuestión está
siempre presente, tan pronto como alumnos de Biología acuden a mi clase de
Religión, o viceversa”, explica la profesora Hiltrud Stärk-Lemaire, del
instituto Lessing, en Colonia.
Los textos bíblicos y la teoría de la evolución darwinista
no deben entenderse como principios antónimos. Pueden ser considerados como
distintos puntos de vista, pero igualmente entendibles. “La Biblia describe la
Creación en un sentido lírico que representa la vida, mientras que Darwin
intentó describir la Creación y la vida de modo científico”, explica el
profesor de Teología en la Universidad de Bonn Michael Meyer-Blanck.
Charles Darwin y su
famosa obra 'El origen de las especies'
“La ciencia existe para explicar el mundo de la vida y su
origen; la religión, la cultura y el arte existen para entender el sentido de
la vida. Por ello, religión y ciencia no son enemigos, sino distintas maneras
de describir la vida que no se anulan mutuamente”.
Nuevas corrientes de pensamiento
A pesar de ello, los llamados ‘Creacionistas’ ven este tema
de forma distinta. Ellos toman el relato de la Creación del Antiguo Testamento
al pie de la letra: tras crear la Tierra, hacer brotar la hierba y dejar volar
los pájaros, Dios culminó su obra con la creación del hombre a su imagen y
semejanza. Así pensaba casi todo el mundo antes de la llegada de la edad
moderna.
El Creacionismo, una corriente formada principalmente por
cristianos evangélicos, se desarrolló en los Estados Unidos a principios del
siglo XX. En 2005 convencieron al entonces presidente George W. Bush de que la
teoría del Intelligent Design (‘diseño inteligente’) debía ser enseñada al
mismo nivel que la Teoría de la Evolución en la clase de Biología. Intelligent
Design es la tesis creacionista, según la cual la vida surgió de un ser
inteligente y originario.
El profesor Meyer-Blank no está de acuerdo con esta tesis:
“La identifico más bien con un problema en la educación religiosa. Cuando se es
niño, es normal pensar que Dios actúa en el mundo directamente, como por magia,
y creó la naturaleza y la realidad que se conoce. Pero esta forma de pensar
debe superarse al llegar a la adolescencia o la vida adulta, ya que hay que saber
distinguir entre la experiencia religiosa y la explicación científica.”
El creacionismo no es un fenómeno que se da exclusivamente
en Estados Unidos. También en Alemania existen cristianos que niegan la Teoría
de la Evolución, ante todos grupos conservadores